Con la llegada del verano, las mesas mexicanas se tiñen de colores brillantes y sabores jugosos. Las frutas de temporada no solo refrescan, también cuentan historias de tradición, clima y gusto popular.
En los mercados, los puestos rebosan de sandías gigantes, listas para partir y compartir. Su rojo intenso es sinónimo de tardes calurosas y reuniones familiares. A su lado, los mangos ya sea petacón, ataulfo o manila ofrecen su dulzura pegajosa que mancha las manos y arranca sonrisas.
También brillan las piñas, con su aroma tropical que evoca vacaciones en la playa, mientras los melones perfuman el ambiente con una fragancia sutil y prometedora. Y no pueden faltar las guayabas, que aunque pequeñas, llenan de sabor cada mordida.
En parques, casas y esquinas, estas frutas se convierten en paletas, aguas frescas, ensaladas o simplemente en bocados directos y deliciosos. Son, sin duda, las verdaderas reinas del verano mexicano.
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