
La tuna, fruto del nopal y emblema de la gastronomía mexicana, no solo es refrescante y deliciosa, sino también una aliada poderosa para la salud. Con su característico color verde, blanco, rojo o morado, esta fruta ha sido consumida durante siglos por sus múltiples propiedades que hoy son avaladas por la ciencia.
Rica en vitamina C, fibra y antioxidantes, la tuna ayuda a fortalecer el sistema inmunológico, combate los radicales libres y previene el envejecimiento celular. Además, su alto contenido de agua la convierte en una fruta ideal para mantenerse hidratado durante el calor del verano.
Uno de sus beneficios más destacados es su capacidad para mejorar la digestión. Gracias a su fibra natural, la tuna favorece el tránsito intestinal y contribuye a la salud del colon. También se ha observado que sus compuestos naturales pueden ayudar a regular los niveles de azúcar en la sangre, lo cual es beneficioso para personas con diabetes tipo 2.
En el ámbito cardiovascular, estudios sugieren que el consumo regular de tuna puede ayudar a disminuir el colesterol malo (LDL) y aumentar el bueno (HDL), así como a controlar la presión arterial debido a su contenido en potasio.
A pesar de su dulzura, la tuna tiene un índice glucémico bajo, por lo que es una opción segura y recomendable para personas que cuidan su dieta o buscan perder peso.