
Ir al cine ha sido, durante décadas, una de las actividades de entretenimiento más populares en el mundo. Sin embargo, la forma en que el público vive esta experiencia ha cambiado drásticamente, adaptándose a los avances tecnológicos, las nuevas tendencias de consumo y las transformaciones sociales.
En sus inicios, las salas de cine eran espacios únicos para disfrutar de producciones en pantalla grande, con proyecciones en blanco y negro y funciones acompañadas por música en vivo. Con el tiempo, la llegada del sonido, el color y las pantallas panorámicas revolucionaron la forma de contar historias, atrayendo a un público cada vez más amplio.
A finales del siglo XX, las cadenas de cine incorporaron complejos multisalas, butacas más cómodas y sistemas de sonido envolvente, mientras que la venta de palomitas, refrescos y golosinas se convirtió en parte esencial de la experiencia. El estreno de grandes producciones también se volvió un evento social y cultural.
En la última década, la digitalización trajo proyecciones en 3D, 4D y pantallas de alta resolución, ofreciendo al espectador una inmersión sin precedentes. Sin embargo, el auge de las plataformas de streaming y la pandemia de COVID-19 impulsaron un cambio en los hábitos de consumo, llevando a muchos a preferir estrenos desde casa.
Hoy en día, las cadenas de cine buscan reinventarse ofreciendo experiencias premium: asientos reclinables, servicio gourmet, proyecciones IMAX y funciones especiales que combinan lo mejor de la tecnología con el encanto de la pantalla grande.