
Cada vez más personas, especialmente jóvenes, sienten una preocupación profunda, persistente y angustiante por el futuro del planeta. Incendios forestales, sequías, pérdida de biodiversidad, contaminación del aire y del agua, desinformación ambiental… Todo esto configura un escenario inquietante. La sensación de impotencia ante problemas globales genera lo que hoy conocemos como eco-ansiedad: un tipo de ansiedad relacionada con el deterioro del medio ambiente y las consecuencias del cambio climático.
La eco-ansiedad no es una patología individual, sino una respuesta emocional coherente ante una crisis real. Es una alarma interna que nos dice: “algo no está bien y necesitamos actuar”. El problema no es sentirla, sino quedarnos atrapados en ella. El paso clave es transformar esa ansiedad en acción, canalizar la angustia en compromiso, convertir la preocupación en participación.
La acción, aunque sea pequeña, da sentido. Nos devuelve la sensación de agencia y pertenencia. Si bien es cierto que el cambio climático requiere transformaciones estructurales, también es cierto que el cambio cultural comienza en lo cotidiano. Y aunque no todos tenemos acceso a prácticas ecológicas avanzadas o recursos sostenibles, sí podemos comenzar desde donde estamos. Aquí van cinco consejos básicos para ser más ecológicos, incluso si nunca has tenido contacto con este tipo de hábitos:
- Cuida tu consumo de plástico.
Lleva contigo una bolsa reutilizable, evita el uso innecesario de botellas de plástico y elige productos con menos envoltorios. No necesitas ser perfecto; incluso reducir un poco ya hace diferencia.
- Cuestiona lo que compras.
Antes de adquirir algo, pregúntate si realmente lo necesitas. Optar por menos, por segunda mano o por lo duradero reduce la presión sobre los recursos naturales. El consumo responsable también es activismo.
- Ahorra energía y agua.
Apaga luces innecesarias, desenchufa lo que no usas, toma duchas más cortas. Son gestos sencillos que, multiplicados por millones, significan mucho para el planeta.
- Aprende y comparte.
Infórmate sobre temas ambientales y habla de ellos. La conciencia se contagia. No necesitas ser experto, solo alguien que quiere entender y mejorar.
- Apoya iniciativas locales.
Desde una cooperativa ecológica hasta una reforestación en tu comunidad, participar en acciones colectivas te conecta con otros y fortalece la esperanza. La eco-acción compartida multiplica su impacto.
La eco-ansiedad no debe ignorarse, pero tampoco debe paralizarnos. Sentir miedo por el futuro del planeta es profundamente humano; actuar a pesar de ese miedo es profundamente transformador. En lugar de preguntarnos “¿qué puedo hacer yo si soy solo una persona?”, cambiemos la narrativa a “¿qué puedo hacer yo junto a otras personas?”. El cambio climático no es solo una amenaza: también es una oportunidad para repensar la forma en que habitamos la Tierra, y para construir una vida más consciente, más ética y más conectada.
Estefanía López Paulín
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