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De «El Pueblo» (II)

Por Carlos Pérez García

La semana pasada nos hacíamos aquí una pregunta nada fácil de contestar: ¿Hasta cuándo podrá México escapar de la trampa en la que ha caído en una era de demagogia destructiva con alcances mundiales? En ese marco abordamos un análisis que llega hoy a puntos que aspiran a ser una aportación inicial a aspectos cruciales del tema.

Revisamos definiciones que ayudan a entender el populismo y sus narrativas manipuladoras, así como sus terribles impactos a la luz de investigaciones empíricas que cubren más de 50 presidentes y primeros ministros populistas (tanto de izquierda como de derecha) en 28 países a lo largo de un período de 120 años. Esto incluye a México con los presidentes Cárdenas, Echeverría y López Obrador.

A partir de mi anterior columna semanal, vamos a derivar aquí varios complementos o conclusiones de manera muy sintética. A su amable consideración:

  1. Ya sea de una u otra tendencia ideológica, Populismo equivale a demagogia y sus efectos son muy negativos conforme la realidad se aleja de la retórica engañosa. Denota animosidades y revanchismos en contra del sistema o grupo de poder, en nombre de “el pueblo” más pobre y con menos educación, aunque a la larga todo irá en su contra.
  2. Los gobiernos populistas duran más que los no populistas, pues se aferran al poder a cualquier costo y pocos lo dejan a raíz de elecciones. Luego toma tiempo restaurar la justicia, los contrapesos, el crecimiento y la estabilidad económica (como lo comprueba ahora Javier Milei en Argentina). Y resulta peor que le echen la culpa a los “conservadores o neoliberales”, y del otro lado es contraproducente que culpen a los “zurdos o comunistas”.
  3. En la historia se identifican más populismos de derecha que de izquierda, pero éstos últimos han sido todavía más negativos para las economías: desalientan la inversión y favorecen la regulación y redistribución, al igual que mayores impuestos. Con los casos de derecha se protege a los ricos y se impulsa el nacionalismo económico (proteccionismo). Ambos flancos coinciden en su hostilidad hacia instituciones independientes: tribunales, universidades o bancos centrales.
  4. Muchos prefieren desechar la geometría ideológica de izquierda o derecha; sin embargo, aunque puedan ser engañosas, estas etiquetas aún son útiles para ubicar tendencias y ofertas electorales. Se desgastan más cuando caen en posiciones extremas y, con fanatismos, generan confusiones y rechazos. Unos acusan de “comunistas” a quienes ven como enemigos, y del otro los llaman “muertos de hambre” o los agreden con apodos como “fascistas” … sin entender bien los significados.
  5. Diversos grados de autoritarismo se dan de ambos lados, pero no en todos los casos. Con la derecha esto se asocia a intereses particulares y elementos que recuerdan el nazismo o fascismo (centralización, militarización…), y con la izquierda a nuevos privilegios y a esos mismos elementos fascistoides, aunque no siempre, ya que populismo y dictadura no son lo mismo. Eso sí, el engaño y la seducción suelen ser muy eficaces, aún más con las masas menos educadas.
  6. Sobre todo cuando se prolongan, algunos de los gobiernos populistas muestran tendencias autoritarias. En nombre del pueblo, debilitan derechos e instituciones con cambios constitucionales y electorales que favorecen su continuidad en el poder, pese a su pésimo desempeño económico.
  7. Miren, el populismo debe ser combatido sin ingenuidad, con menos confusiones. Y, ojo, en ocasiones con sus mismas armas.

En suma, contra los populistas, no debemos limitarnos a vías que ellos capturan (¿elecciones?), y podemos tomar  algunos de los trucos que les han funcionado. Es esta una lucha a la que habrá que meterle mucha maña e información muy poderosa.

Todo podrá ser ampliado y enriquecido por analistas especializados, tal vez como ejemplos de apoyos en estrategias ciudadanas y electorales ante tantas desgracias.

* LO SUCEDIDO EN URUAPAN equivaldría a un magnicidio, y nos ha confirmado la ruindad del actual régimen populista, tanto en todo lo sucedido como en las trilladas y pésimas reacciones que le dio la abrumada presidenta.

Episodios de esta naturaleza podrán ser la chispa que algún día termine por incendiar al país… o, al menos, a este gobierno.

Parece difícil, pero las cosas aún pueden empeorar y radicalizarse. Mientras, temerosos de perder su poder, el gobierno y su partido están desesperados y recurren a los más penosos distractores y montajes.

cpgeneral@gmail.com

@cpgarcieral

Seguiremos informando.

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