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Cuidar el planeta para cuidar el alma

El vínculo entre bienestar emocional y conciencia ambiental

En un mundo que enfrenta crisis ecológicas cada vez más alarmantes, el Día Mundial del Medio Ambiente, celebrado cada 5 de junio, no es solo una fecha simbólica. Es un llamado urgente a repensar la forma en que habitamos el planeta, pero también, y quizás más profundamente, a replantearnos cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás.

La conexión entre medio ambiente y bienestar psicológico es más profunda de lo que parece. No somos seres aislados flotando en la naturaleza; somos naturaleza. Respiramos su aire, bebemos su agua, nos nutrimos de sus frutos. Cuando el entorno se degrada, nuestra salud física se ve amenazada, pero también nuestra salud mental. La contaminación, el cambio climático, la destrucción de ecosistemas o la pérdida de biodiversidad no solo nos generan preocupación racional, sino que activan una angustia emocional real. Incluso tiene nombre: ecoansiedad.

Este término hace referencia al malestar psicológico derivado de la conciencia de la crisis ambiental. Cada vez más personas —en especial jóvenes— experimentan sensaciones de impotencia, tristeza, enojo o culpa frente al deterioro del planeta. No es una patología, sino una respuesta humana ante una realidad alarmante. Y si bien puede ser dolorosa, también es una oportunidad para transformar esa emoción en acción consciente y sostenible.

Desde la psicología, sabemos que el contacto con la naturaleza es uno de los grandes reguladores emocionales. Estar en entornos verdes reduce el estrés, mejora el estado de ánimo, fortalece la atención y alimenta el sentido de pertenencia. Por eso, cuidar el medio ambiente no es solo un deber ético, sino una fuente genuina de salud mental.

Entonces, ¿cómo podemos vivir de forma más sustentable y, al mismo tiempo, más armoniosa con nuestras emociones?

Algunas herramientas para empezar:

  • Reconecta con la naturaleza: camina por un parque, planta una maceta, escucha el sonido de los árboles. Pequeños gestos diarios nos devuelven al presente y nos recuerdan que formamos parte de un todo más grande.
  • Reduce el ruido digital y aumenta el silencio natural: apaga por momentos el celular y deja que el entorno te hable. La sobreinformación ambiental puede ser paralizante. Filtra, dosifica y prioriza el contacto directo.
  • Consume con conciencia: elige productos reutilizables, apoya economías locales, evita el plástico de un solo uso. Cada elección es una forma de votar por el mundo en el que queremos vivir.
  • Transforma la ecoansiedad en ecoacción: únete a campañas, participa en limpiezas comunitarias, educa a otros desde el ejemplo. El compromiso genera sentido, y el sentido alivia el vacío emocional.
  • Habla de lo que sientes: compartir tu angustia ambiental no es debilidad, es humanidad. Construir espacios de diálogo ayuda a transformar la ansiedad en comunidad.

Este 5 de junio, más que señalar lo que está mal, elijamos nutrir lo que aún puede florecer. Cuidar el planeta no es solo una lucha externa, sino también un camino hacia la paz interior. Porque cuando protegemos la Tierra, también estamos protegiendo la casa más íntima que habitamos: nuestro propio equilibrio emocional.

 

Estefanía López Paulín
Contacto: psc.estefanialopez@outlook.com
Número: 4881154435

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