En San Luis Potosí, como en más de la mitad del país, los campesinos decidieron que ya era suficiente. Que después de años de promesas vacías, discursos sentimentales y soluciones en proceso, la única manera de ser escuchados era bloquear carreteras, detener el flujo comercial y obligar al Gobierno Federal a mirar, aunque fuera de reojo, a ese México que siempre se mantiene a la orilla del discurso oficial.
Los productores no bloquearon caminos por deporte ni por capricho. Lo hicieron porque el campo está en una situación crítica; costos de producción por las nubes, pagos de siniestros incumplidos, ausencia de apoyos reales, inseguridad que los obliga a sembrar con miedo y, ahora, la cereza en el pastel: reformas a la Ley General de Aguas que, según ellos y con razón, los colocan como potenciales delincuentes por hacer lo que mejor saben hacer; producir alimentos.
El malestar es profundo, legítimo y acumulado. Y la respuesta del Gobierno Federal, francamente, ha sido una mezcla entre indiferencia, torpeza y una especie de burla grosera que sólo los altos funcionarios pueden ejecutar con tanta naturalidad.
Ahí está la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, demostrando que la cercanía con la gente se puede simular con sonrisas y declaraciones tibias, siempre y cuando no haya que salir a dar soluciones concretas. Y qué decir de la presidenta Claudia Sheinbaum, que insiste en que todo está siendo atendido, como si la palabra tuviera algún efecto mágico sobre los precios del maíz, las pérdidas millonarias o la desesperación en las comunidades rurales.
Promesas, claro que las ha habido. Mesas de diálogo también. Mucha foto, mucho anuncio, mucho supuesto compromiso, pero nada que realmente genere confianza. Los campesinos, que ya conocen la coreografía gubernamental, no se la creen. Porque ¿cuántas veces no han escuchado lo mismo? ¿Cuántas veces no han sido recibidos con palmadas en el hombro y planes que nunca llegan a convertirse en acciones?
Mientras tanto, los paros han causado daños; miles de personas varadas, mercancías detenidas, transporte afectado y pérdidas económicas considerables, sin embargo, lo verdaderamente preocupante no es eso, sino lo que puede venir si el Gobierno insiste en administrar el conflicto con evasivas y promesas recicladas.
Si no hay una solución eficaz, seria y verificable, los bloqueos pueden multiplicarse. El descontento puede escalar. La protesta puede nacionalizarse aún más. Y entonces sí, lo que hoy parece una molestia de tránsito se convertirá en una crisis mayor, no sólo económica, sino política.
A estas alturas, el campo ya no está pidiendo ayuda, está exigiendo respeto. Y cuando un sector que alimenta al país decide plantarse, la soberbia gubernamental no puede ser la respuesta.
Es fácil criticar a los campesinos desde la comodidad de una oficina en Palacio Nacional. pero quienes hoy sostienen los bloqueos en Rioverde, Ébano y decenas de puntos del país no lo hacen por gusto, lo hacen porque el abandono se volvió insoportable y porque, aunque les duela a las autoridades, ya no confían en las palabras presidenciales ni en la buena voluntad de sus funcionarios.
El campo está harto. Y, para variar, el Gobierno apenas si se da por enterado. De hecho, pareciera que la presidenta y su equipo quieren minimizar esta crisis o desviar la atención, justo como lo han hecho en muchas otras ocasiones.
Si la Federación quiere evitar que el país se quede paralizado, tendrá que hacer lo que menos le gusta: escuchar, cumplir y actuar. No con discursos, sino con resultados.
Cavilaciones:
Primera: Los diputados Cuauhtli Badillo y Carlos Arreola se dedicaron, ayer, a decir que Rita Ozalia no será delegada del Bienestar en San Luis Potosí. La aún dirigente de Morena lo confió a sus cercanos, pero dijo que Guillermo Morales no se quedará al frente del partido, que, quizá, podría ser nuevo delegado de Gobernación en lugar de la exalcaldesa de Ébano, Soledad Carreño. Por andar de inquinosos, a los diputados se les puede aparecer el chamuco ¡Miau!
Segunda: El que sí se anda volando la barda es el director de Gobernación. Concho Gallardo, «Conchito». Tiene cinco años en el gobierno y apenas se dio cuenta de que hay trabajadores que han hecho antigüedad en las estructuras de la dependencia que encabeza la Dirección de Gobernación ¡Ah, qué don Conchito! Ocurre que todo este tiempo, se la ha pasado en su oficina recibiendo moches de los antros.
Tercera: Hoy es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. En la CDMX, se espera que colectivos se manifiesten en el Zócalo. En San Luis Potosí, igual habrá algunas movilizaciones. Sea lo que sea, pero en paz.
