Recientes estudios en nutrición animal han destacado que, aunque los gatos son carnívoros obligados, la inclusión moderada de ciertas frutas puede aportar beneficios significativos a su sistema inmunológico y digestivo.
Expertos veterinarios señalan que las fresas, los arándanos, el melón, la sandía y las manzanas (siempre sin semillas) actúan como excelentes complementos gracias a su alto contenido de antioxidantes y fibra. Estas opciones no solo funcionan como un premio bajo en calorías, sino que también ayudan a combatir el estrés oxidativo en las células de los felinos más longevos.

La clave del éxito de estas cinco frutas reside en sus propiedades específicas: los arándanos y fresas son famosos por proteger el tracto urinario, un punto crítico en la salud de los gatos, mientras que el melón y la sandía proporcionan una hidratación extra necesaria durante los meses de calor. Por su parte, la manzana aporta pectina, una fibra que ayuda a regular el tránsito intestinal.
Es fundamental que estos alimentos se ofrezcan debidamente lavados, troceados en porciones pequeñas y representando no más del 5% de la ingesta calórica diaria para evitar desequilibrios nutricionales.

A pesar de estos beneficios, los especialistas advierten que nunca se debe añadir azúcar ni ofrecer frutas prohibidas como las uvas o los cítricos, que pueden resultar tóxicos. Antes de realizar cambios drásticos en la dieta de un gatito, se recomienda realizar una transición lenta para observar la reacción de su sistema digestivo. Al integrar estos «superalimentos» de forma responsable, los propietarios pueden diversificar la dieta de sus compañeros de vida, mejorando su vitalidad y bienestar general a largo plazo.

