La Gallina Pinta es uno de los platillos más emblemáticos y reconfortantes del estado de Sonora, al norte de México, a pesar de la curiosidad que despierta su nombre, pues este puchero tradicionalmente no lleva gallina.
Su origen está íntimamente ligado a las formas de vida de los rancheros sonorenses. La leyenda más aceptada cuenta que fue un platillo creado por hombres que, al regresar a casa cansados de las faenas en el campo y la búsqueda de ganado, idearon una comida práctica que se cocinara casi sola. Simplemente colocaban en una olla los ingredientes disponibles: granos y carne de res, resultando en un caldo nutritivo y fácil de vigilar.

El nombre «Gallina Pinta» ha generado varias teorías. Una de ellas, y la más difundida, sostiene que la denominación proviene de la mezcla visual de colores que se produce al cocer los tres ingredientes básicos: el blanco del maíz nixtamalizado (a menudo precocido), el tono oscuro o pinto del frijol y la carne de res.

Dicha combinación de colores se asemeja a los tonos de ciertas gallinas bicolores que se encuentran en los ranchos. Con el tiempo, a la receta original se le fueron agregando condimentos como cebolla, ajo y chile verde o anaheim para enriquecer el sabor del caldo, y en algunas versiones, chile colorado para darle un toque picante.