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¿Cómo romper patrones con gratitud?

Por Estefanía López

En un mundo donde la atención suele centrarse en lo que falta, cultivar una mentalidad de gratitud puede parecer casi contracultural. Sin embargo, desde la psicología, el enfoque en la gratitud ha demostrado ser una herramienta poderosa para interrumpir patrones de pensamiento negativos, automáticos y autolimitantes. Diversos estudios respaldan esta práctica como una vía efectiva para transformar el funcionamiento mental y promover el bienestar emocional.

Gran parte de nuestros pensamientos se desarrollan de manera automática, producto de creencias profundas y experiencias pasadas. Estos patrones, muchas veces negativos, se refuerzan con el tiempo hasta convertirse en respuestas predeterminadas ante el estrés, la crítica o el fracaso. Es aquí donde la gratitud puede actuar como un «interruptor cognitivo».

Un estudio pionero realizado por Emmons y McCullough (2003) encontró que las personas que escribían regularmente sobre cosas por las que estaban agradecidas reportaban mayor bienestar, más optimismo y menos síntomas físicos en comparación con quienes escribían sobre eventos neutros o negativos. Este ejercicio, aunque simple, obliga al cerebro a buscar activamente aspectos positivos en la experiencia cotidiana, desafiando el sesgo natural hacia la negatividad que tantos seres humanos comparten.

Neurociencia

Desde la neurociencia, también existen hallazgos fascinantes. La práctica regular de la gratitud se ha relacionado con una mayor actividad en la corteza prefrontal medial, una región del cerebro asociada con la toma de decisiones, la empatía y la regulación emocional. Además, investigaciones de la Universidad de Indiana utilizando imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI) mostraron que incluso semanas después de practicar la gratitud, los participantes mantenían una actividad cerebral elevada en estas áreas, lo cual sugiere un cambio duradero en el funcionamiento mental.

La gratitud también actúa sobre el sistema de recompensa del cerebro. Cuando expresamos gratitud, se liberan neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, los mismos involucrados en la motivación y la sensación de bienestar. Esta respuesta bioquímica no solo refuerza emociones positivas, sino que también interfiere con patrones de pensamiento ansioso o depresivo, disminuyendo su frecuencia e intensidad.

Terapia  cognitivo-conductual

Desde la terapia cognitivo-conductual, se sabe que uno de los objetivos principales es cuestionar y reemplazar los pensamientos automáticos disfuncionales. La gratitud puede ser incorporada como una técnica complementaria para facilitar esta reestructuración cognitiva. Al agradecer, el individuo comienza a notar aspectos de su vida que antes pasaban desapercibidos, lo que genera nuevas conexiones neuronales que debilitan los circuitos mentales previamente dominados por la queja, el juicio o el miedo.

Sin embargo, enfocar la mente en la gratitud no significa negar el dolor o la dificultad, sino cambiar deliberadamente la dirección del pensamiento hacia lo constructivo. Esta práctica, sustentada por evidencia psicológica y neurocientífica, nos permite romper ciclos mentales repetitivos y abrirnos a formas más flexibles, resilientes y saludables de pensar. En tiempos donde la mente fácilmente se fragmenta, la gratitud puede ser una herramienta sencilla pero profundamente transformadora.

 

Estefanía López Paulín
Contacto: psc.estefanialopez@outlook.com
Número: 4881154435

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