
Las vacaciones no solo son un paréntesis en el calendario laboral o escolar. También son una oportunidad urgente y necesaria para recuperar el equilibrio interno y descansar, especialmente si llegamos a ellas con el tanque emocional en reserva.
Muchas veces no es solo el cuerpo el que está cansado, sino la mente y el corazón. El cansancio emocional es ese agotamiento silencioso que acumulamos sin darnos cuenta: estrés, exigencias, hiperconexión, preocupaciones no resueltas. Y cuando llega el verano, creemos que con unos días libres todo se va a resolver. Pero si no descansamos de forma consciente, volvemos igual o más agotados.
Es por esto que hoy hablaremos acerca de cómo hacer que estas vacaciones no solo sean un alto en el camino, sino un verdadero acto de restauración emocional, física y mental.
- Baja el volumen de tus exigencias internas
No tienes que «aprovechar» cada minuto ni hacer que tus vacaciones sean perfectas. No es necesario hacer mil planes, viajes, rutinas nuevas o volver siendo otra persona. A veces, lo más sanador es simplemente detenerse y no tener que demostrar nada.
Practica el descanso sin metas. Sin comparación. Recuerda: descansar no es rendirse, es reparar.
- Permítete sentir (y soltar)
Durante el año, muchas emociones se quedan en pausa porque “no hay tiempo para eso ahora”. El descanso también es un momento para reconectar con lo que has sentido y quizás no has procesado: frustración, tristeza, estrés, ansiedad. Validar lo que sentimos sin juzgarlo es parte del equilibrio mental.
Escribe, habla con alguien de confianza o simplemente obsérvate con compasión. Escuchar(te) es parte de sanar.
- Reconecta con tu cuerpo desde el cuidado, no desde la exigencia
El cuerpo también guarda tensión emocional. Estírate, muévete a tu ritmo, duerme más si lo necesitas. No tienes que “ponerte en forma” en una semana. Prioriza el descanso, la buena alimentación, la respiración consciente. Tu cuerpo no necesita disciplina, necesita ternura.
- Desconéctate para reconectar
La sobreestimulación digital contribuye al cansancio mental. Intenta tener momentos libres de pantallas, notificaciones o redes. No necesitas estar disponible todo el tiempo. Dedica tiempo a lo simple: mirar el cielo, escuchar música, cocinar sin prisa, caminar descalzo.
Lo más profundo que podemos hacer por nosotros es estar presentes en lo cotidiano.
- Redefine el éxito de tus vacaciones
Más allá de los lugares que visites o lo que logres “hacer”, pregúntate: ¿me estoy cuidando? ¿Estoy respirando más lento? ¿Siento menos peso en los hombros? Si la respuesta es sí, entonces lo estás haciendo bien.
Estas vacaciones, date permiso para soltar, sentir, sanar y descansar de verdad. Porque no se trata solo de parar el cuerpo, sino de darle también un respiro al alma. El equilibrio no es algo que se impone; es algo que se cultiva con pequeños actos de cuidado diario. Y el mejor momento para empezar… es ahora.
Estefanía López Paulín
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