
La Unión, Q. Roo.— Enclavado en la selva maya, a pocos kilómetros de la frontera con Belice, se encuentra el Cenote del Cocodrilo Dorado, un cuerpo de agua esmeralda rodeado de piedra caliza que ha cautivado a propios y extraños tanto por su biodiversidad como por las leyendas que lo envuelven.
Ubicado en el poblado de La Unión, este cenote es considerado una joya natural del sur de Quintana Roo. Su espejo de agua, profundo y sereno, se encuentra resguardado por la exuberante vegetación y una riqueza faunística que incluye tucanes, monos aulladores, halcones y los llamativos garrobos de cresta naranja, especies que conviven en un equilibrio frágil pero fascinante.
Más allá de su valor ecológico, el lugar ha sido fuente de relatos populares transmitidos de generación en generación. Según los habitantes de la comunidad, el nombre del cenote proviene de una figura que se forma cuando los rayos del sol se reflejan en el agua: la silueta de un cocodrilo. Otros narran que, durante las noches, emerge del agua una criatura dorada que custodia un tesoro oculto, envuelta en un halo de misterio y resplandor.
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