
El ayuno intermitente se ha convertido en una de las estrategias más mencionadas en temas de salud y bienestar. Desde celebridades hasta entrenadores y nutriólogos, muchos promueven sus beneficios, aunque también hay voces que advierten sobre sus riesgos. La pregunta es inevitable: ¿realmente vale la pena adoptar esta práctica?
El principio del ayuno intermitente consiste en alternar períodos de alimentación con periodos de abstinencia, en horarios como 16/8 (dieciséis horas de ayuno y ocho de comida) o 5:2 (cinco días normales y dos con restricción calórica). Esta práctica no impone qué comer, sino cuándo hacerlo.
Entre sus ventajas más citadas se encuentra la pérdida de peso, una mejora en la sensibilidad a la insulina, y una posible reducción en los marcadores de inflamación. Algunos estudios también asocian el ayuno intermitente con beneficios a largo plazo como la mejora en la salud metabólica y un posible aumento en la longevidad.
Sin embargo, el ayuno no es para todos. Personas con trastornos alimenticios, diabetes, presión baja o problemas hormonales deben evitarlo o hacerlo bajo supervisión médica. Además, si se realiza de forma desordenada, puede provocar fatiga, irritabilidad, descompensaciones o incluso atracones en las horas permitidas de comida.
Expertos coinciden en que el ayuno intermitente puede ser útil, pero debe practicarse con información adecuada y no como una moda pasajera. Lo fundamental sigue siendo mantener una alimentación balanceada, hidratarse bien y escuchar las señales del propio cuerpo.