
Ciudad valles, S.L.P.- Las antorchas comenzaron a llegar desde muy temprano a la Catedral de Ciudad Valles, encendiendo no solo el centro de la ciudad, sino el ánimo de miles de familias que cada año depositan en la Virgen de Guadalupe su gratitud, sus promesas y sus luchas diarias. No importa la distancia ni el cansancio: los peregrinos avanzan con el rostro iluminado por una llama que simboliza esperanza, protección y el deseo profundo de mantener viva una tradición que une a toda la región.
El padre José Luis Padrón Palomo, encargado de recibir a los contingentes, recordó que esta devoción tiene raíces profundas: “Son 494 años de la aparición de la Virgen; nos estamos preparando para el jubileo de los 500. Demos gracias al Señor por la presencia de la Madre de Dios con su pueblo”, expresó. Destacó que cada antorcha que llega no es solo un acto físico, sino un mensaje espiritual: una invitación a la unidad, la reconciliación y la paz en tiempos en los que la comunidad lo necesita más que nunca.
La presencia de jóvenes llamó la atención este año. Adolescentes, estudiantes, trabajadores y padres de familia caminan juntos, tomando la responsabilidad de llevar esta luz de regreso a sus comunidades. “Ellos están comprometidos a ser luz donde viven, la luz de Cristo que ilumina los caminos”, dijo el sacerdote. Para muchos de ellos, la fe se convierte en un motor que supera el cansancio y deja en segundo plano otras actividades para cumplir con la Virgen del Tepeyac.
El sacerdote pidió a la ciudadanía paciencia y respeto hacia los grupos que transitan por calles y carreteras. “Es una demostración de fe hermosa, cuidémonos todos: automovilistas y antorchistas. Preservemos esta tradición que siembra valores en los corazones de las nuevas generaciones”, señaló.
Como parte de las celebraciones, este jueves se llevará a cabo una misa solemne presidida por el obispo de la diócesis de Valles, Roberto Yenny García. Para el 12 de diciembre, día grande para millones de mexicanos, se celebrará la tradicional misa de mediodía acompañada de la bendición de las rosas, un momento profundamente simbólico para los devotos de la Morenita del Tepeyac.
La fe volvió a encenderse en Ciudad Valles. Y mientras las antorchas siguen llegando, la Huasteca reafirma que su corazón late al ritmo de una tradición que ni el tiempo ni la distancia han podido apagar.
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