
Durante los meses fríos del año es común experimentar síntomas respiratorios como estornudos, congestión nasal o picazón en la garganta. Aunque muchos asumen que se trata de un resfriado, expertos advierten que estos malestares también podrían estar relacionados con una alergia respiratoria, lo que requiere un tratamiento distinto.
Una diferencia fundamental radica en la causa de los síntomas. Mientras que los resfriados son provocados por virus, las alergias son respuestas del sistema inmunológico a sustancias como polvo, polen, moho, pelos de mascotas o perfumes fuertes. Esto significa que las alergias no son contagiosas ni se acompañan de fiebre, a diferencia de los resfriados comunes.
Entre los signos más frecuentes de una alergia respiratoria están la congestión nasal persistente, estornudos repetitivos, picazón en ojos, nariz o garganta, tos seca y lagrimeo. A diferencia del resfriado, que suele durar entre cinco y diez días, las alergias pueden prolongarse durante semanas o presentarse de forma estacional o recurrente.
El manejo adecuado de las alergias incluye evitar los desencadenantes ambientales, mantener espacios limpios y ventilados, y no recurrir a la automedicación. El uso de antihistamínicos debe ser siempre bajo prescripción médica, ya que un tratamiento inadecuado puede agravar los síntomas.
Especialistas recomiendan acudir a una evaluación médica cuando los síntomas interfieren con el descanso o las actividades diarias, o si persisten a pesar del tratamiento. Un diagnóstico correcto permite controlar eficazmente la condición y mejorar la calidad de vida del paciente.
Aunque las alergias no tienen cura, pueden ser controladas si se detectan a tiempo y se adoptan las medidas adecuadas. Diferenciar entre un resfriado y una reacción alérgica es clave para evitar complicaciones y recibir el tratamiento adecuado.
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