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Agitadores, mercenarios, Colsan y medios fifí hacen guerra sucia a «superdelegado»

Gabino Morales Mendoza, un joven de 27 años, el hombre de confianza del presidente Andrés Manuel López Obrador en San Luis Potosí, está convertido en el objeto de deseo de propios y extraños, debido al gran poder que le ha conferido el mandatario nacional, a prueba de dudas, grillas, traiciones y aún ante la guerra sucia que atizan en su contra personajes de la envergadura del senador Ricardo Monreal, del ex policía, Enrique Galindo, del empresario local, Pablo Valladares, así como de mercenarios de la política autonombrados consejo consultivo de MORENA, con la intervención directa de agitadores y mercenarios profesionales que incluye pseudointelectuales que han vivido los últimos años al amparo y protección del COLSAN, eso sin contar la avaricia de diputados como Edson Quintanar, la legisladora federal Maria Luisa Veloz y el uso indignante de jóvenes como la chica que lo acusa de violencia política quien, de acuerdo con el expediente, padece serios problemas de drogadicción, o de un ex empleado del Congreso local , Yahir N., el traidor mas burdo del circulo cercano a Morales Mendoza.

Los ataques, según versiones de los protagonistas, tiene como objetivo «ablandar» a Gabino Morales, que resiste a todo tipo de tentaciones, ofrecimientos, halagos, ofertas económicas, veladas advertencias, amenazas cumplidas como la demanda por presunta violencia política y acoso a manos de una joven que hasta hace unos meses era de su equipo cercano y que, según su propia madre, padece serios problemas de drogadicción.

Gabino Morales es un personaje dedicado totalmente a cumplir instrucciones estrictas del presidente Andrés Manuel López Obrador, poco se le ve en medios de comunicación y controversias. Ha trascendido que todos los diputados federales y locales han solicitado y tomado apoyos económicos proveniente el Gobierno del Estado y de algunos empresarios para hacer labor, pese a la prohibición presidencial de hacerlo.

La negativa del superdelegado a sucumbir ante las tentaciones del poder le ha valido una rabiosa campaña en su contra, principalmente en medios propiedad de las poderosas familias Valladares y Torres Corzo, a la que se ha sumado el ex jefe de la Policía Federal, Enrique Galindo Ceballos, dueño de la pagina de noticias Quadratín, quien habría entregado dinero al senador Ricardo Monreal, para «subir al templete» con Andrés Manuel López Obrador en campaña, luego de que el PRI le negó la posibilidad de ser candidato al Senado y él «dobló las manitas» dejando tirada a la gente que le había manifestado su apoyo, entre ellos el dirigente del Partido Verde, Manuel Barrera.

Pero es el senador Ricardo Monreal, uno de los más perversos personajes de la política mexicana, quien atiza la ofensiva contra Gabino Morales buscando su destitución del supercargo, queriendo saciar venganza por presuntos agravios que le hiciera Gabino y que incluiría, según el zacatecano, la intromisión de Morales para evitar incluir como candidato de  MORENA en la pasada elección, a Jose Luis Romero Calzada, alias TEKMOL; hoy investigado por su presunta participación en el robo, tráfico y comercialización de huachicol y presunto lavado de dinero.

En el caso del empresario Pablo Valladares, habiendo perdido todo en el PRI y en clara disputa por el poder con el gobernador Juan Manuel Carreras, buscó «encantar» muy a su estilo a los morenistas pero no lo consiguió, pese a que para ello utilizó sus conexiones directas con Monreal y otros personajes de la política nacional vía el portal de noticias Sinembargo, propiedad suya y de su hermano Miguel, no de Juan Carlos Valladares como refieren algunos.

Pablo se subió a los tanques de ofensiva contra Gabino Morales dando difusión a una demanda por presunta violencia política y la «expulsión» que hicieron los integrantes del Consejo consultivo de MORENA, integrado por ex perredistas contrariados y llenos de ira y envidia porque no pueden controlar, manipular o derribar al «superdelegado», porque  no le llegan al precio, no lo hacen sucumbir con lujos y tampoco lo pueden doblar con amenazas o dinero.

En la guerra sucia contra el «superdelegado» han aparecido agitadores profesionales «fifí» como Juan Carlos Ruiz Guadalajara que ha vivido los últimos 15 años, si no es que más, al amparo y cobijo del Colegio de San Luis, cómplice e impulsor secreto de la campaña contra Morales, instalado en el proyecto que pretende llevar al alcalde Xavier Nava a la gubernatura del Estado.

Ruiz Guadalajara vive como fifí, pero sin hacer nada. No ha generado una sola investigación productiva a favor de San Luis Potosí, aparece sólo cuando se trata de proyectos donde hay poder político o dinero como ocurrió en el caso de la Minera San Xavier a la que luego se sometió embriagado por los sueños del oro. Conocido por su pereza como investigador, este pseudointelectual, calificado por su gremio como un parásito, es ahora antigabinista y le acompañan en esta nueva aventura su compañero de conflictos, Enrique Rivera Sierra. Es memorable aquel episodio en que enviaron a menores, previo pago con cigarros de marihuana, a vandalizar edificios del Centro Histórico pretextando una lucha ecológica que fue de ocasión, de los cuales dieron cuenta los medios de comunicación de aquellos ayeres.

El Gobierno del Estado estaría también prestándose a la guerra contra Morales Mendoza, aunque aparentemente hay buena relación con el gobernador, Juan Manuel Carreras, que tampoco ha podido, ni siquiera con las intrépidas estrategias de su secretario general, Alejandro Leal, dominar al escurridizo Gabino.

Morales está resistiendo los ataques, las amenazas, advertencias, las venganzas descarnadas de Ricardo Monreal y la mala entraña de la diputada Maria Luisa Veloz, así como el uso de sus ex amigos, como la chica que accedió a demandarlo, y un mercenario ex empleado del Congreso del Estado de nombre Yahir N cuya estrategia es infiltrarse en reuniones de diputados para luego vender la información que escucha.

El propio Edson Quintanar, Marité Hernández y la bancada de MORENA forman parte del complot contra el «superdelegado», porque han cambiado la dignidad y la línea presidencial, como cualquier vulgar Judas, por unas cuantas monedas.

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