
Tamasopo, S.L.P. – A sus 88 años, Don Gumercindo Osornio, originario del ejido Aguabuena, ha decidido alzar la voz. Cansado de los gritos, maldiciones y amenazas, denunció los constantes maltratos verbales y psicológicos que sufre por parte de su propia hija y sus nietos, quienes desde hace años viven con él en su casa.
Con la voz entrecortada pero firme, Don Gumercindo relató que su calvario empeoró hace un año, tras la muerte de su esposa. Desde entonces, los ataques se volvieron rutina diaria: gritos, insultos y reproches constantes. Uno de sus nietos incluso intentó agredirlo físicamente. “Por suerte no me alcanzó, pero ya no aguanto. Me están matando en vida”, declaró.
Pese al infierno que vive, Don Gumercindo ha soportado por una razón: su pequeña bisnieta, quien está postrada en cama tras un accidente. “Ella es mi fuerza, no la quiero dejar sola. Por ella he aguantado todo”, dijo con tristeza.
Pero lo que más le duele es que la misma hija que hoy lo maltrata, le cobraba por cuidar a su esposa cuando estaba enferma. “Todo el tiempo que estuvo en cama, me lo cobró. Nunca lo hizo por amor”, lamentó.
Alejandro, uno de sus hijos, confirmó el infierno que vive su padre. “Ya fuimos dos veces al Ministerio Público en Tamasopo, pero nos dijeron que no pueden hacer nada porque no hay golpes. ¿Hasta que le pase algo grave lo van a ayudar?”, cuestionó con impotencia. Además, denunció que los propios nietos han amenazado a los familiares que intentan proteger a Don Gumercindo.
Lo más grave es que, según refieren, las autoridades no han actuado porque no hay «huellas visibles de violencia», ignorando el daño emocional que también destruye.
El caso de Don Gumercindo no es aislado. En San Luis Potosí, cada vez son más los adultos mayores que sufren maltrato dentro de sus propios hogares. Urge que las autoridades de justicia y de atención a personas adultas mayores volteen a ver estas situaciones antes de que sea demasiado tarde.
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