
Ciudad Valles, S.L.P. — Don Sergio Rubio Domínguez está a punto de cumplir 84 años. En lugar de festejar con su familia, lo alcanzan la soledad, la carencia y la desatención. Vive en un cuarto de apenas tres por dos metros, con un baño reducido donde apenas puede asearse debido a su discapacidad motriz. No tiene refrigerador, estufa ni artículos básicos de limpieza; entre platos sucios y ropa amontonada pasa sus días, sobreviviendo con lo poco que sus vecinos logran tenderle la mano.
La historia de Don Sergio indigna y duele. Perdió una pierna, apenas escucha, y aun así su mayor batalla no es contra su discapacidad, sino contra el abandono de quienes deberían protegerlo: su propio hijo y su nuera. Le retiraron las tarjetas de su pensión del Bienestar y la de su jubilación laboral. Incluso han solicitado préstamos a su nombre hasta por 9 mil pesos, de los cuales él solo recibió 200. El dinero no alcanza ni para comer una vez al día.
Los vecinos, movidos por solidaridad, intentan suplir la omisión: le llevan galletas, agua, lo ayudan a comprar lo básico. Sin embargo, cuando intentan apoyarlo más allá, reciben agresiones verbales de su propia familia. Hoy, ellos alzaron la voz para exigir la intervención del Ayuntamiento y de las autoridades competentes, para que Don Sergio reciba cuidados dignos, un techo seguro y un espacio donde pueda sentirse valorado.
En su inocencia de adulto mayor, Don Sergio no pide mucho: “un pastel y un mole con ajonjolí” para celebrar sus 84 años. Pero lo que realmente necesita es justicia, respeto y una vida libre de abusos. La omisión de cuidados es un delito y no debe normalizarse. La denuncia ciudadana ya está hecha: ahora corresponde a las autoridades municipales y estatales intervenir y rescatar la dignidad de un hombre que ha sido despojado por su propia sangre.