La balneoterapia, definida como el uso terapéutico de aguas mineromedicinales y lodos naturales, ha experimentado un resurgimiento en el ámbito de la salud gracias a nuevas evidencias científicas, pero ¿en qué consiste y cómo ayuda al cuerpo humano?
A diferencia de la hidroterapia convencional, esta técnica se basa en la composición química específica del agua —rica en azufre, magnesio, calcio y otros minerales— para tratar patologías de forma no invasiva.
Según un artículo de referencia publicado por el Hospital del Mar en 2024, la balneoterapia ha demostrado ser una alternativa eficaz para mejorar síntomas de fatiga y dolor en pacientes con condiciones complejas, como el COVID persistente, además de ofrecer alivio en tratamientos oncológicos.
Los beneficios de estas inmersiones actúan bajo tres principios fundamentales: el mecánico, el térmico y el químico. La presión del agua alivia la carga en las articulaciones, mientras que la temperatura elevada favorece la vasodilatación y la relajación muscular profunda. Investigaciones recientes destacan su eficacia en el manejo del dolor crónico, enfermedades reumáticas como la artritis y la fibromialgia, y afecciones dermatológicas como la psoriasis.
Al reducir la inflamación y estimular el sistema inmunitario, esta terapia permite a muchos pacientes disminuir el consumo de medicamentos analgésicos y antiinflamatorios, mejorando significativamente su movilidad y funcionalidad diaria.
Más allá del bienestar físico, la balneoterapia tiene un impacto directo en la salud mental al reducir los niveles de cortisol y combatir el estrés crónico. El entorno de los balnearios, combinado con las propiedades sedantes de ciertos minerales, facilita la desconexión necesaria para tratar trastornos de ansiedad y mejorar la calidad del sueño.
