Columnas

La resiliencia en diciembre

La herramienta más necesaria en este mes

Diciembre suele presentarse como un mes envuelto en luces cálidas, reuniones familiares y deseos de renovación. Las ciudades se llenan de decoraciones, los mensajes en redes sociales hablan de gratitud y celebración, y pareciera que todos deberíamos sentirnos felices solo porque llegó el final del año. Sin embargo, la realidad emocional de muchas personas es distinta. Para algunos, diciembre puede traer nostalgia, presión social, recuerdos dolorosos o el contraste entre lo que “debería” sentirse y lo que realmente se experimenta. Y es justamente en ese contraste donde emerge la importancia de la resiliencia.

La resiliencia se entiende como la capacidad para adaptarse frente a la adversidad, para atravesar momentos difíciles sin perderse a uno mismo. No significa negar el dolor ni forzarse a estar bien. Por el contrario, implica reconocer lo que duele y aun así encontrar caminos internos para seguir avanzando. Diciembre, con todo su simbolismo, puede ser un escenario perfecto para ejercitarla.

Este mes puede remover ausencias, poner en evidencia metas no alcanzadas, tensiones familiares, preocupaciones económicas o simplemente un cansancio emocional acumulado a lo largo del año. En un contexto así, la resiliencia no aparece como una virtud heroica, sino como un recurso cotidiano: permitirnos sentir sin culpa, pedir ayuda cuando sea necesario y ser amables con nosotros mismos.

Desarrollar resiliencia es un proceso, y aunque cada persona lo vive de manera distinta, existen prácticas que pueden fortalecerla. La primera es la aceptación emocional: reconocer lo que sentimos sin juzgarnos. Si diciembre no te provoca alegría, está bien. Validar la propia experiencia es un acto de autocuidado.

La segunda es la conexión social significativa. No se trata de rodearse de muchas personas, sino de acercarse a quienes ofrecen escucha genuina y calma. La resiliencia crece en compañía, incluso en silencios compartidos.

Otra herramienta valiosa es la reinterpretación positiva, que no significa ver todo color de rosa, sino entrenar la mente para identificar los aprendizajes ocultos en la dificultad. Preguntarnos: ¿Qué me enseña este momento? o ¿Qué puedo hacer para cuidar de mí hoy? son pequeñas puertas hacia un enfoque más equilibrado.

Finalmente, diciembre puede ser una oportunidad para redefinir el cierre del año desde una perspectiva más personal. No necesitas festejar como todos, ni llenar tu agenda. Tal vez tu cierre sea un paseo tranquilo, una carta para ti mismo, una conversación pendiente o simplemente descansar. La resiliencia también consiste en elegir lo que te hace bien, aunque sea distinto a lo habitual.

Este mes, recuerda que no estás obligado a brillar con las luces de afuera. A veces, la verdadera fortaleza surge en lo íntimo, en ese espacio donde reconocemos nuestra vulnerabilidad sin miedo. Diciembre no es igual para todos, pero cada uno puede encontrar su propio modo de atravesarlo. Y en ese gesto profundo de honestidad y cuidado, la resiliencia se vuelve un faro que, sin deslumbrar, ilumina lo necesario.

Estefanía López Paulín
Contacto: psc.estefanialopez@outlook.com
Número: 4881154435

Botón volver arriba