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Elucubraciones: Rita Ozalia; misión cambiada, no cumplida

Por El Gato Filósofo

La renuncia de Rita Ozalia Rodríguez a la dirigencia estatal de Morena para asumir la Delegación del Bienestar en San Luis Potosí no sorprendió a nadie. En realidad, más que un movimiento inesperado, fue un acomodo largamente anunciado. En los círculos políticos se sabía que la silla de Bienestar estaba guardada para ella desde hace meses; lo único que faltaba era el momento adecuado para justificar el cambio y el discurso que lo envolviera. Al final, se eligió el más conveniente: “misión cumplida”.

La frase, repetida en sus redes y reforzada desde la narrativa oficial, contrasta casi punto por punto con la realidad que vivió Morena durante su gestión. Rita Ozalia deja un partido desordenado, con estructuras débiles y comités que existen más en el papel que en el territorio. Su liderazgo no logró unificar a la militancia ni consolidar una base operativa sólida y su paso por la dirigencia estuvo más marcado por la retórica que por los resultados.

No hubo crecimiento real, no hubo cohesión interna y no hubo, como ella insiste, una transformación organizativa profunda. Lo que sí hubo fue un constante distanciamiento entre la dirigencia y la militancia fundadora que, desde hace tiempo, critica la llegada de perfiles improvisados y sin arraigo partidista.

Ahora, el mensaje oficial intenta presentar su mudanza a Bienestar como un ascenso natural, el premio a una gestión exitosa, sin embargo, el nuevo cargo expone otra grieta: Rita Ozalia no tiene experiencia administrativa. La Secretaría del Bienestar no es un espacio menor, es una de las dependencias más sensibles del Gobierno Federal en los estados, la puerta de entrada para miles de beneficiarios, el epicentro de los programas sociales y, por lo tanto, un terreno que exige conocimiento técnico, capacidad de operación y una absoluta disciplina administrativa. Nada de eso forma parte de su trayectoria.

Su llegada, entonces, parece responder a una lógica más política que funcional. No es casual que su nombre haya circulado repetidas veces como posible candidata a la gubernatura en 2027. Tampoco es casual que la estructura del Bienestar, con su enorme visibilidad y contacto directo con la población, sea un espacio privilegiado para construir presencia territorial. Asumir la delegación en este momento es, más que un encargo administrativo, una plataforma ideal para proyectarse rumbo a la elección que Morena ya acaricia desde ahora.

El problema es que los programas sociales no pueden ni deben operar como trampolín político. Requieren orden, transparencia, capacidad técnica y sensibilidad institucional. Y lo que está en duda no es la lealtad partidista de Rita Ozalia, sino su habilidad para administrar una dependencia cuyo impacto se mide todos los días, no en discursos, sino en la eficacia con la que se atiende a la gente.

Deja Morena con más preguntas que respuestas y llega al Bienestar con más expectativas que certezas. La narrativa oficial podrá insistir en que se trató de un movimiento estratégico y natural, pero en el fondo, lo que vemos es un cambio de escenario, no de capacidades. La “misión cumplida” aún no se ve por ningún lado; lo único que se ha cumplido es la reubicación que todos esperaban.

El tiempo dirá si Rita Ozalia logra convertir su nueva encomienda en una verdadera oportunidad para demostrar lo que hasta ahora ha quedado a deber. Porque en política, como en la administración pública, las narrativas se construyen rápido, pero los resultados, en cambio, no admiten discursos vacíos.

Cavilaciones:

Primera: Pocos ponen atención al municipio de Zaragoza, tan cerca de la capital y tan lejos del orden y la seguridad. El asesinato de Rafael Cárdenas, un reconocido político local, vuelve a encender las alarmas en ese municipio siempre envuelto en balaceras y ejecuciones. La alcaldesa, Amada Zavala, está perdida en la inmensidad de la displicencia y el olvido al que ha sometido a su pueblo.

Segunda: Una encuesta de Massive Caller asegura que el partido Morena lleva ventaja en la capital en cuanto a la intención de voto para la presidencia municipal en el 2027 y que es el actual diputado federal, Gabino Morales, quien goza de la preferencia ciudadana. Según el estudio, el diputado, Rubén Guajardo, sube en las preferencias panistas, mientras que la dirigente del blanquiazul, Verónica Rodríguez, se desploma. Por el Partido Verde, encabeza el favor ciudadano Juan Carlos Valladares. Por el PRI no hay jugadores que figuren ¡Miau!

Tercera: En el Altiplano, crece la inconformidad contra el delegado de SEDESORE, Franco Coronado, los quejosos aseguran que les bloqueó tarjetas de sus pensiones y redujo el número de beneficiarios de las becas alimentarias. A ver si le dan un jalón de orejas porque a como pintan las cosas, el Verde se encamina a otra derrota en esta región del Potosí.

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