Durante la marcha de la llamada Generación Z en el Zócalo capitalino, un grupo de jóvenes encapuchados se enfrentó por más de dos horas con la policía y logró derribar varias vallas metálicas que resguardaban Palacio Nacional.
Los hechos comenzaron cuando manifestantes treparon y golpearon las barreras de seguridad entre gritos de «sí se puede», mientras otros asistentes reclamaban los actos de violencia con consignas como «no me representas» y «fuera encapuchados». Desde el interior del cerco, policías respondieron con gas y polvo de extinguidores para intentar contenerlos.
Los jóvenes golpearon repetidamente las vallas con puños, martillos y herramientas como esmeriles y alicatas para abrirlas. En medio del choque, también se escucharon detonaciones y algunos manifestantes lanzaron objetos y artefactos explosivos improvisados. La tensión aumentó cuando los encapuchados lograron tirar una valla de tres metros y posteriormente arrancar varias placas adicionales, lo que obligó a los policías a formar un segundo muro con escudos para impedir el ingreso al inmueble.
En el ambiente se mezclaban consignas, música y momentos de confusión, incluyendo la agresión a una persona acusada de robo. A la 1:40 de la tarde, un grupo de antimotines intentó avanzar hacia los manifestantes, pero terminó replegado. Algunos jóvenes incluso lograron arrebatar escudos a los uniformados.
Hacia las dos de la tarde, los inconformes habían retirado una parte considerable del cerco, dejando un amplio hueco en el lado sur del Zócalo. Mientras los encapuchados seguían jalando vallas y lanzando objetos, otros contingentes se replegaron y entonaron el himno nacional.
Pese a los repetidos intentos de abrir paso, los elementos policiacos lograron mantener la línea para evitar que los manifestantes ingresaran a Palacio Nacional.
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