Qué bonita pareja la que armaron el diputado Carlos Arreola Mallol y el delegado de Banobras, Armando Navarro, cuando se les ocurrió la brillante idea de proponer una deuda monumental, de esas que harían temblar hasta al más optimista de los financieros. Hablamos de más de 13 mil millones de pesos, un “plan maestro” que, según ellos, serviría para detonar proyectos en todo San Luis Potosí, pero no pasó mucho para que el cuento se les cayera, y con él, la máscara.
Todo comenzó, cuentan los enterados, cuando Arreola y Navarro se lanzaron de gira, primero con los alcaldes de Morena, a quienes les ofrecieron la tentadora posibilidad de acceder a créditos “a fondo perdido” (una contradicción en sí misma). Luego extendieron la cortesía a los del Partido Verde, vendiéndoles la idea de que podían hacerse de recursos sin consecuencias, sin riesgos, sin deudas… como si Banobras fuera una especie de hada madrina presupuestal.
El “jueguito, sin embargo, no tardó en volverse un escándalo. Porque cuando alguien intenta hipotecar el futuro del estado a cambio de un festín financiero disfrazado de progreso, siempre hay quienes levantan la ceja. La reacción fue inmediata y contundente: Morena, el propio partido de Arreola, se desmarcó del plan. Y no cualquiera, sino su dirigente estatal, Rita Ozalia Rodríguez, quien salió a decir, en tono institucional, pero clarito, que San Luis Potosí no se hipoteca. Traducción libre: Nos quisieron chamaquear, y no vamos a entrarle.
El diputado Arreola, acorralado por la ola de críticas, terminó reculando. Pasó de promover la deuda con entusiasmo casi misionero, a decir que sólo era un ejercicio de análisis y discusión legislativa. Lo cierto es que su credibilidad quedó tan maltrecha como la reputación del propio delegado Navarro, que ahora aparece como el promotor financiero de un plan tan opaco como inconveniente.
Seamos claros, en un estado donde los municipios apenas pueden cubrir nómina, ofrecerles préstamos millonarios a fondo perdido no es sólo irresponsable, es un insulto a la inteligencia colectiva. No hay fondo perdido, lo que se pierde es el dinero público, y lo que se gana (que por cierto, ya sabemos quiénes lo ganaría en este caso) no suele tener nada que ver con el bienestar social.
En política, hay errores y hay excesos. Este episodio fue ambos. Arreola y Navarro intentaron vestirse de gestores visionarios, pero terminaron pareciendo dos tipos de cuidado, atrapados entre su propio apetito y la torpeza de haber querido jugar con los dineros públicos sin cuidar las formas, ni las consecuencias.
El golpe no fue menor; Morena tuvo que desmarcarse de dos de los suyos, Banobras quedó exhibido como instrumento de presión política y los alcaldes aprendieron que, en la política potosina, cuando algo suena demasiado bonito, seguramente no es real.
Así, entre promesas de desarrollo y el olor a deuda fresca, quedó claro que el verdadero proyecto de estos personajes no era impulsar obras, sino ver hasta dónde llegaba su ambición antes de que alguien los detuviera. Afortunadamente, los detuvieron a tiempo. Aunque, conociendo el oficio político de ambos, no sería raro que ya estén planeando su próxima gran idea por el bien de San Luis. Esperemos que esta vez no involucre la chequera pública.
Cavilaciones:
Primera: Nadie, nadie, tiene las palabras correctas para consolar a una madre que pierde a un hijo. La pérdida de Jorge Dávila le duele a su madre, a la comunidad universitaria y a todos los potosinos. Nuestra solidaridad para la familia de este muchacho ejemplar ¡Justicia para Jorge! ¡Miau!
Segunda: En la política, siempre hay personas miserables, podridas en su cuerpo, mente y espíritu. Resulta que mientras la madre del joven universitario tramitaba la recepción del cuerpo de su hijo para darle cristiana sepultura, una regidora priísta mandó publicar una nota para vulnerarla y señalarla por una presunta relación extraprofesional con el director de la SSPC de la Capital. Todos saben quién es, sus líos amorosos tóxicos incluyen una golpiza en el restaurante Gran Central, una bofetada en el restaurante La Güera y un intento de homicidio a un regidor. Este felino cree que, como dice el refrán, la zorra no ve su cola ni el zorrillo su $&#?@.
Tercera: El sábado, ocurrió otro accidente de un transporte de personal donde la conductora perdió la vida. La carretera a México estuvo colapsada por casi cuatro horas. El clamor general es que la SCT, a cargo de Araceli Martínez, revise ese tipo de servicio, porque todo indica que los operadores son sometidos a jornadas laborales de 18 horas. Eso es altamente inhumano.