Cada 2 de octubre, la Iglesia católica conmemora la festividad del Ángel de la Guarda (o Ángel Custodio), una fecha destinada a recordar la presencia protectora y guía espiritual que, según la tradición cristiana, acompaña a cada persona desde su nacimiento hasta su muerte.
La celebración hunde sus raíces en la devoción cristiana: desde tiempos antiguos, se ha inculcado la idea de que Dios asigna un ángel que custodia y acompaña el camino del ser humano. En 1670, el Papa Clemente X oficializó el día 2 de octubre para honrar esta creencia en toda la Iglesia universal.
Además de los actos litúrgicos, algunos creyentes realizan rituales simbólicos para expresar su gratitud e invocar la cercanía del ángel guardián. Uno de ellos propone lo siguiente:
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Encender una vela blanca o de tono claro en un lugar tranquilo.
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Respirar pausadamente tres veces y visualizar la presencia protectora junto a uno mismo, especialmente en momentos de descanso nocturno.
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Formular una oración o pensamiento de reconocimiento y pedir guía para el día.
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En algunos casos se invita al arcángel Miguel en la plegaria, pues en la liturgia de los ángeles él suele asociarse con protección frente al mal.
Estas expresiones varían entre comunidades, pero todas comparten el propósito de reforzar la conexión espiritual y asumir conciencia del acompañamiento invisible ante las vicisitudes de la vida.
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