
Claudia Sheinbaum, cumple 11 meses al frente de la Presidencia de México y llega a su Primer Informe de Gobierno con una aprobación que muchos envidiarían; más del 70 por ciento de los mexicanos dicen apoyarla. Nada mal para una presidenta que, de arranque, ha tenido que lidiar con herencias complicadas, crisis internacionales y una clase política que a ratos parece más interesada en las selfies que en gobernar.
En el lado de los logros, el gobierno presume con razón una economía ordenada; inflación controlada, récord en inversión extranjera, crecimiento sostenido y una creación de empleos que rompe marcas históricas. Sheinbaum también ha conseguido algo que parecía imposible; convertir los programas sociales en derechos constitucionales, blindando de paso la obra más preciada de la llamada Cuarta Transformación. En materia de seguridad, los datos oficiales señalan una reducción en homicidios y, en política exterior, la firma del Corredor Biocultural con Guatemala y Belice es un guiño ambiental que la coloca en la vitrina internacional.
El aplauso, sin embargo, tiene un eco incómodo porque, mientras la inversión extranjera se dispara, la inversión privada nacional sigue pasmada. Los grandes capitales mexicanos no terminan de confiar en el rumbo y eso debería preocupar más que cualquier encuesta de popularidad. Pemex y la CFE siguen siendo un barril sin fondo y el fantasma de una reforma fiscal se asoma en el horizonte. No se le ve solución.
En seguridad, sí, los homicidios bajaron en ciertos estados, pero en otros, como Guerrero, Guanajuato y Michoacán, la violencia sigue dictando la agenda. La Guardia Nacional, convertida en el brazo omnipresente, es prueba de que el modelo sigue siendo más militar que civil y, aunque Sheinbaum insiste en hablar de estrategias integrales, la verdad es que, en no pocos territorios, el Estado sigue brillando por su ausencia.
En salud, el panorama no es más alentador. El IMSS-Bienestar intenta ser la gran solución, pero la falta de médicos, medicamentos y hospitales adecuados convierte el derecho a la salud en más un discurso que una realidad palpable. El sistema prometido aún está lejos de curar la enfermedad crónica del sector.
Y luego está el estilo. La presidenta habla de austeridad, pero en su partido los excesos, viajes, lujos y fiestas, desmienten el discurso. Morena, que llegó como la fuerza de los puros, parece más bien un club de nuevos ricos que aprendieron demasiado rápido las mañas del viejo régimen. Sheinbaum, fiel a su estilo técnico y sobrio, intenta contenerlos, pero el descontrol interno es un recordatorio de que gobernar con mayoría absoluta también significa cargar con todos los vicios de esa mayoría. Y ahí vemos los graves problemas que le han generado aquellos que deberían ser sus mejores operadores; Adán Augusto, Ricardo Monreal y, recientemente, Gerardo Fernández Noroña.
La burocracia paralela de los Servidores de la Nación es otro punto ciego. Más de 50 000 operadores sin derechos laborales, sin reglas claras y con enorme peso político. Una maquinaria electoral disfrazada de estructura administrativa que tarde o temprano exigirá una definición. O se institucionalizan o se convierte en el talón de Aquiles del sexenio.
En resumen, Sheinbaum llega a su primer informe con logros indiscutibles. Estabilidad macroeconómica, continuidad social y un inicio político sólido, pero también con deudas profundas; seguridad frágil, salud insuficiente, inversión privada desconfiada y una estructura burocrática que roza la opacidad.
En política, la primera rendición de cuentas no es un examen final, sino el prólogo de una historia que aún se escribe. La presidenta tiene margen, legitimidad y capital político. La pregunta es si sabrá usarlos para corregir lo que no funciona o si preferirá vivir del aplauso fácil. El espejo de este informe refleja tanto virtudes como defectos y, como todos sabemos, los espejos nunca mienten, sólo muestran lo que uno a veces no quiere ver.
Cavilaciones:
Primera: El impacto de la obra conocida como Vía Alterna hacia la Zona Industrial es tal que, todavía, hay quienes no lo aprecian. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador la dejó tirada y la rescató el gobernador Ricardo Gallardo. Desde el gobierno de Marcelo de los Santos, que construyó gran infraestructura carretera y vial en la zona urbana de la capital, no había un proyecto de tal envergadura. La Vía Alterna impactará en la movilidad, la economía, el desarrollo social y la integración familiar, además, permitirá a quienes trabajan en este sector tener una vida más plena y feliz. Palomita, pues, para El Pollo Gallardo.
Segunda: En la comida de cumpleaños del alcalde capitalino, Enrique Galindo Ceballos, aparecieron los expriístas y exemecistas, Emilio de Jesús Ramírez, líder de la CTM, y su hijo, el exdiputado Mauricio Ramírez Konishi. Son pluralistas, dicen.
Tercera: Feliz regreso a clases.