
La salud ósea es fundamental para garantizar calidad de vida en todas las etapas. Tener huesos fuertes no solo ayuda a prevenir fracturas, también reduce el riesgo de enfermedades como la osteoporosis, un padecimiento que afecta principalmente a mujeres y adultos mayores, pero que puede prevenirse desde la juventud.
Especialistas en nutrición y medicina preventiva señalan que la alimentación equilibrada es el primer paso. Incluir alimentos ricos en calcio, como lácteos, almendras y verduras de hoja verde, junto con vitamina D —presente en pescados, huevo y exposición moderada al sol— resulta esencial para favorecer la absorción de este mineral.
La actividad física también juega un papel determinante. Ejercicios de fuerza, caminatas, saltos suaves y actividades que impliquen resistencia fortalecen los huesos y ayudan a mantener la densidad mineral. Por el contrario, el sedentarismo y la falta de movimiento aceleran el deterioro óseo.
Además, se recomienda limitar el consumo de alcohol, evitar el tabaco y moderar la ingesta de cafeína, ya que interfieren en la absorción de calcio y debilitan la estructura ósea.
Los especialistas coinciden en que la prevención debe comenzar desde la infancia, cuando se forma la mayor parte de la masa ósea, y mantenerse a lo largo de la vida con hábitos saludables que aseguren huesos resistentes y un envejecimiento más activo.