
Mantener una alimentación equilibrada y realizar actividad física han sido durante décadas las recomendaciones principales para alcanzar una vida larga y saludable. Sin embargo, una investigación realizada por la Universidad de California plantea que un hábito adicional podría marcar la diferencia: el consumo moderado de vino.
La investigación, conocida como The 90+ Study, inició en 2003 y ha seguido durante 18 años a más de 1,700 personas mayores de 90 años. Los resultados muestran que quienes bebían entre una y dos copas de vino al día presentaban un 18% menos de probabilidades de morir de manera prematura, incluso por encima de los beneficios atribuidos al ejercicio físico diario.
Aunque los científicos aún no identifican con precisión por qué ocurre este efecto, apuntan a la presencia de antioxidantes y compuestos como el resveratrol, capaces de proteger a las células del envejecimiento y de fortalecer la salud cardiovascular. Estudios complementarios en universidades de Estados Unidos, China y España respaldan esta relación, señalando que un consumo moderado de vino no solo disminuye riesgos de enfermedades del corazón, sino también de deterioro cognitivo y depresión.
La investigación española PREDIMED llegó a conclusiones similares, al registrar que quienes consumían vino de forma ocasional —entre dos y siete copas a la semana— tenían menor propensión a sufrir depresión, lo que explicaría la diferencia de incidencia en este trastorno entre países mediterráneos y naciones del norte de Europa.
Los expertos coinciden en que, si bien este hábito no sustituye al ejercicio ni a la buena alimentación, puede complementar un estilo de vida saludable. Eso sí, subrayan que los beneficios se relacionan únicamente con un consumo responsable, pues en exceso el alcohol genera efectos adversos para la salud.
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