
El acné es uno de los problemas dermatológicos más comunes, especialmente en adolescentes y jóvenes adultos, aunque también puede afectar a personas de cualquier edad. Los especialistas en dermatología destacan que la prevención y el cuidado diario de la piel juegan un papel fundamental para reducir la aparición de brotes y mantener un cutis saludable.
El primer paso para prevenir el acné es mantener una adecuada higiene facial. Se recomienda lavar el rostro dos veces al día con jabones suaves, evitando productos agresivos que pueden irritar la piel y estimular la producción de grasa. Asimismo, es importante retirar el maquillaje antes de dormir para permitir que los poros respiren y se mantengan limpios.
La alimentación también influye en la salud cutánea. Reducir el consumo de azúcares, grasas saturadas y alimentos ultraprocesados ayuda a disminuir la inflamación en el organismo. En contraste, incluir frutas, verduras, granos enteros y agua en la dieta diaria favorece el equilibrio de la piel.
Otro de los consejos clave es no manipular los brotes de acné, ya que al hacerlo se corre el riesgo de infecciones y cicatrices permanentes. Los expertos recomiendan, en caso de presentar lesiones severas o persistentes, acudir a un dermatólogo para recibir tratamiento adecuado.
Finalmente, factores como el estrés, la falta de sueño y la exposición excesiva al sol también pueden empeorar el acné. Adoptar rutinas de descanso, técnicas de relajación y el uso diario de protector solar se convierten en medidas esenciales para una piel más sana.