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Elucubraciones: Zona de tolerancia

Por El Gato Filósofo

Por más de cuatro décadas, la idea de crear una “zona de tolerancia” ha rondado la mente de quienes gobiernan San Luis Potosí. Como si se tratara de un mantra sexenal o de cada trienio, reaparece cada vez que el entretenimiento nocturno incomoda a alguien; vecinos pudorosos, colonias en expansión o políticos con un súbito ataque de moralismo urbano.

La fórmula suena sencilla: reubicar en un solo espacio periférico toda la vida nocturna; cantinas, bares, salones, teibols, antros y lo que se acumule esta semana, ello, con el fin de “ordenar” la ciudad.

El problema es que nunca pasa. En vez de concentración, lo que ha derivado históricamente es en la ramificación silenciosa y oportunista de esta industria que, lejos de extinguirse, se adapta con rapidez y astucia.

En los años 80, la zona de tolerancia fue propuesta para remover a las sexoservidoras que trabajaban durante el día en las inmediaciones del Eje Vial y Escontría. Lo que siguió no fue una solución integral, sino la proliferación discreta de hoteles de paso, que convirtieron el paisaje urbano en un collage de luces neón y fachadas discretas. Años después, el blanco fueron los travestis que ofrecían servicios sexuales en calles y plazas del Centro Histórico. Tampoco hubo zona de tolerancia entonces, pero sí hubo más esquinas ocupadas, más opacidad y más simulación institucional.

Hoy, el gobernador Ricardo Gallardo Cardona retoma la idea con una nueva envoltura; un terreno de entre 40 y 60 hectáreas, fuera de la mancha urbana, que concentre todos los centros nocturnos con vigilancia las 24 horas y amplio estacionamiento. Suena moderno. Suena ambicioso, pero también suena conocida la propuesta ¿Será que ahora sí?

En este proyecto no entrarían los antros del Centro, porque esos se cuecen aparte. Muchos de ellos ni siquiera existen en el papel, operan sin licencia, sin horario fijo y con acuerdos tan invisibles como efectivos. Aun así, son populares, concurridos y extrañamente tolerados. Difícilmente serían reubicables, porque oficialmente no existen.

Y hay que decirlo, en esta ciudad hubo un tiempo en que tener un antro era motivo de excomunión social. Literal. Se recuerda bien el caso de “El Patas”, un conocido empresario de la noche cuyos hijos fueron expulsados de un prestigiado colegio católico, pues el dinero con el que se pagaban las altísimas cuotas escolares provenía de una actividad considerada «non sancta». En un entorno donde aún imperan los dobles discursos, eso no sorprende.

La propuesta de Gallardo no carece de lógica. En teoría, sí se podría ordenar la vida nocturna y reducir las fricciones con la ciudad que duerme, pero lo que le falta a esta idea es lo que ha faltado siempre; voluntad real, visión metropolitana y, sobre todo, coordinación institucional. Hasta que eso no ocurra, seguiremos diseñando zonas de tolerancia sólo en el discurso.

Cavilaciones: 

Primera: La Fiscalía General de la República trae una investigación relacionada a la venta y consumo de drogas en clubes privados en los que sí está el Club de Golf La Loma. Según los reportes de las delegaciones federales de seguridad, es en los clubes deportivos donde más se comercializan sustancias prohibidas. Nadie se sorprenda si dentro de algunas semanas hay detenciones que tiene que ver con el narco ¡Miau!

Segunda: El delegado de la SCT Federal en San Luis Potosí, Elí Cervantes, organizó un evento denominado «Crece en Comunidad». Se quiso lucir el funcionario federal, pero su evento lució desangelado, los pocos asistentes fueron acarreados de diversos municipios y ni así llenó. Eso sí, se aventó un discurso narcisista en el que sólo le faltó decir: “Ay, qué bonito soy, qué bonito estoy, cómo me quieroooo, sin mí me muero». El señor deshonra la trayectoria de su padre, el líder magisterial Felipe de Jesús Cervantes.

Tercera.- En Villa de la Paz, Juan Francisco Gómez Escamilla, trae un verdadero desgarriate. El señor alcalde se anda cacheteando con sus adversarios y como se lleva y no se aguanta, cuando pierde, la agarra contra los familiares de sus críticos o adversarios. El último escándalo tiene que ver con el despido de la esposa del exalcalde, Esteban Campos. La situación no pasaría a mayores si no es porque, tras la crisis, se supo que colapsó el único pozo de agua que abastecía a la población y que está ubicado en Limones. El hombre instaló, primero, un sistema de bombeo de medio uso y, cuando lo quiso cambiar, se les rompió y quedó obstruido totalmente. Para intentar arreglar el entuerto, está tomando agua de la comunidad El Blanco de Cedral. La pregunta es ¿Está comprando el líquido o se la está regalando la alcaldesa Cinthia Segovia?

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