La gastronomía de Tlaxcala se distingue por su diversidad y riqueza, resultado de una mezcla de tradiciones prehispánicas y coloniales que han perdurado a lo largo del tiempo. Entre sus platillos más emblemáticos se encuentran la barbacoa, el mixiote, los tlaxcales —gorditas de maíz con azúcar y canela—, los tacos de canasta, los tlacoyos y una amplia variedad de moles como el de matuma, prieto, huitlacoche, de fiesta, pipián y de epazote. Además, destacan platillos prehispánicos como las tlatlapas, una sopa espesa de frijol, nopales y chiles, y los escamoles, larvas de hormiga que se sirven en cazuelitas de barro con tortillas y salsa.
La gastronomía tlaxcalteca también incluye delicias menos comunes pero muy apreciadas, como los gusanos de maguey y el pollo Tocatlán. En la oferta culinaria sobresalen sopas tradicionales como la sopa de flor de calabaza, la sopa de milpa y el pipián de ajonjolí, que reflejan la riqueza de ingredientes locales y técnicas ancestrales. Estos platillos son una muestra del profundo arraigo cultural y la historia que se conserva en cada preparación.
En cuanto a los dulces, Tlaxcala es reconocida por sus tradicionales alegrías, buñuelos con requesón y miel de piloncillo, y los muéganos huamantlecos, que complementan la experiencia gastronómica con sabores auténticos y típicos de la región. Estos postres forman parte esencial de las festividades y celebraciones locales, manteniendo viva la tradición dulce que distingue al estado.
Finalmente, no se puede hablar de la comida tlaxcalteca sin mencionar el pulque, una bebida fermentada del aguamiel del maguey con origen prehispánico, muy consumida en la región. El pulque es un símbolo cultural y gastronómico que acompaña muchas de las comidas tradicionales, consolidando a Tlaxcala como una tierra de sabores ancestrales que continúan cautivando a locales y visitantes por igual.
