Si se tenía poca confianza de que la Secretaría de Cultura pudiera llevar a cabo de buena manera el proceso para elegir al nuevo director de la Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí, las acciones emprendidas por el titular de la institución, Mario García Valdez, terminan por confirmar que será un ejercicio turbio, amañado y sin la legalidad que se requiere una elección y un nombramiento de tan altas dimensiones.
Mientras que el secretario de Cultura presume que la selección se realizará con total apertura y transparencia, lo realizado este viernes 23 de mayo parece exhibir un trasfondo perverso y hasta ilegal al haber simulado una rueda de prensa para presentar la convocatoria con la que, supuestamente, se busca invitar a los perfiles que cumplan con los requisitos a participar en el proceso.
En ese sentido, lejos de garantizar una convocatoria verdaderamente pública, como él afirma, la difusión ha sido mínima, casi clandestina, ya que la información clave no ha sido socializada entre la comunidad cultural, músicos o medios especializados. Todo indica que se trata de un proceso hecho para cumplir con las formas, pero no con el fondo. Una simulación, no un ejercicio democrático y participativo.
El mensaje que circuló en redes sociales desde la Secretaría de Cultura habla de una convocatoria nacional e internacional y de una «participación activa de la orquesta», pero lo que se ha visto es otra cosa; falta de claridad, escasa comunicación y señales preocupantes de una imposición disfrazada de consulta.
Mientras que, en el discurso público, se habla de inclusión, en la práctica se acota, se reduce y se manipula ¿Cómo puede hablarse de transparencia cuando el propio proceso ha estado marcado por la opacidad desde su arranque?
El temor de muchos integrantes del medio artístico potosino es que, bajo el manto de una convocatoria formal, se esconda un nombramiento ya decidido. Uno que responda más a intereses políticos que a criterios artísticos o de legitimidad profesional.
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