
La parálisis facial es una condición que puede afectar profundamente la vida de una persona, ya que altera el movimiento de los músculos de la cara y, en consecuencia, la expresión facial, el habla e incluso la capacidad de cerrar un ojo o sonreír. Aunque muchas veces aparece de forma repentina y sin causa aparente, la parálisis facial tiene orígenes bien definidos desde el punto de vista médico.
¿Qué es la parálisis facial?
La parálisis facial ocurre cuando hay una interrupción en el funcionamiento del nervio facial (también llamado séptimo par craneal), que es el responsable de controlar los músculos del rostro. Este nervio también participa en funciones como la producción de lágrimas, saliva y la percepción del gusto en parte de la lengua. Cuando este nervio se inflama, se comprime o se daña, se pierde el control voluntario de los músculos faciales, lo que provoca parálisis parcial o total de un lado de la cara, aunque en casos raros puede afectar ambos lados.
Causas comunes de la parálisis facial
Una de las causas más frecuentes es la parálisis de Bell, una condición de origen desconocido, aunque se cree que puede estar relacionada con una reactivación del virus del herpes simple, que afecta el nervio facial y lo inflama. Este tipo de parálisis suele aparecer de manera repentina y, en la mayoría de los casos, mejora con tratamiento y tiempo.
Otras causas pueden incluir:
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Infecciones virales como el herpes zóster (que causa el síndrome de Ramsay Hunt), mononucleosis o citomegalovirus.
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Traumatismos craneales o lesiones en el rostro que dañan directamente el nervio facial.
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Tumores, especialmente aquellos que crecen cerca del oído o en la base del cráneo, pueden presionar el nervio facial.
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Accidentes cerebrovasculares (ACV), aunque en este caso suelen acompañarse de otros síntomas neurológicos.
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Cirugías otorrinolaringológicas o dentales que afecten accidentalmente el nervio.
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Enfermedades autoinmunes como el síndrome de Guillain-Barré, que atacan los nervios periféricos.
Factores de riesgo y población vulnerable
Aunque la parálisis facial puede afectar a cualquier persona, ciertos factores aumentan el riesgo: infecciones previas por virus, diabetes, hipertensión, embarazo (especialmente en el tercer trimestre), y antecedentes familiares. Además, el estrés y la baja en las defensas del sistema inmunológico pueden facilitar la reactivación de ciertos virus que afectan el nervio facial.
Importancia del diagnóstico y tratamiento
El tratamiento depende de la causa. En casos de parálisis de Bell, se utilizan corticosteroides para reducir la inflamación, antivirales si se sospecha de origen viral, y terapia física para mantener la movilidad de los músculos. Si la causa es un tumor o un accidente cerebrovascular, el abordaje será diferente y más complejo. Es crucial acudir al médico ante los primeros síntomas para evitar complicaciones como daño permanente al nervio o pérdida de movimiento facial.