ColumnasColumnas (destacadas)

Éramos…

* Por Carlos Perez García

Entre temperaturas tan calurosas, enfrentamos amaneceres fríos que, si bien desconciertan, despabilan y renuevan un poco nuestra capacidad de reflexionar. Han transcurrido el último cuarto del siglo pasado y el primero del XXI. Para nosotros, aquél con malogrados devaneos populistas que luego fueron corregidos en mayor medida, y éste otro con las alternancias de un chancero ignorante, un cruzado de la fe y un petimetre corrompido, que a la larga vieron naufragar todo el proceso con un destructor demagógico y habilidoso.

Ha habido por ahí alegrías, pero domina una enorme tristeza entre los que entienden mejor qué ha sucedido. Hay hoy nostalgias, sobre todo con respecto a períodos de grandes esperanzas en los años 1977, 2000, 2012 e incluso 2018, aunque al final los saldos han sido frustrantes. Vivimos lo bueno y lo malo, igual aquello que parecía grande o pequeño, además de algunas pesadillas en oscuras madrugadas.

Son, pues, épocas y períodos de grandes expectativas y frustraciones, que han llevado a peligrosas continuaciones hacia el precipicio de un popular autoritarismo. Bastantes errores y mentiras empiezan a caer por su propio peso, aunque no cambia la amplia lealtad popular a un gran engaño, ni resulta predecible lo que viene a partir de factores externos aquí en nuestra comarca o en la muy poderosa con la que compartimos fronteras.

Somos hoy una nación menos civilizada y mucho más autoritaria que en el simbólico año 2000, cuando soplaban aires de democracia, apertura y nuevas instituciones. A pesar de que se aflojó el paso y no faltaron errores o desviaciones, las mejoras continuaban hasta que llegó un populismo dogmático y atropellado a restaurar la hegemonía despótica de partido único, entre pactos con el crimen organizado. Y, ojo, a lo largo de estas últimas cinco décadas no han dejado de perderse oportunidades de avance.

Desde fines de siglo, la renovada justicia no avanzó gran cosa y ahora se trata de ultimarla: una fea faceta de la corrupción que acompañó a un caudillo intuitivo, pero bastante inculto… perverso, pero también ingenuo. Se siguen precipitando quebrantos que nunca se pensó que podían suceder.

Legisladores y gobernadores se debaten entre escándalos, omisiones e incongruencias, que incrementan los riesgos de algún tipo de intervención de Estados Unidos. La presidenta se ve tan acosada fuera y dentro del país, que desbarra aún más en sus actuaciones públicas. Esa relación ha sido muy mala y cada día empeora… ahora con un nuevo embajador de corte militar. Ella necesita ayuda urgente. ¿Qué viene a continuación?

Los escándalos de desgobierno se vuelven hoy en contra de quienes han actuado con irresponsabilidad en momentos críticos. Sin embargo, el poder presidencial no encuentra mejores defensas que las mentiras (¡sobre salud, economía, seguridad…!), en adición a cualquier cosa que pueda distraer… como apoyo al cuestionado Jefe Máximo.

Miren, éramos optimistas y en otras naciones o instancias se nos veía con posibilidades de experimentar un impulso económico que permitiera avances sociales significativos, pero mucho de eso se ha diluido estos últimos años y, lamentablemente, no se ve cómo podamos recuperar el rumbo y las perspectivas. ¡Qué cruel es la incertidumbre! Acaso hay algo de certeza en temas nada positivos.

* A MI ANTERIOR COLUMNA, titulada ‘La señora’, sólo quisiera colgarle un complemento: Estos días nos confirman que Claudia Sheinbaum es muy buena para repetir frasecitas, mentiras y tonterías, pero por desgracia no es una persona inteligente ni con cierto conocimiento. En sus discursos mañaneros o de fines de semana revive un simplón porrismo estudiantil de hace décadas a pesar de que ya es presidente de un país. Sí. Sus arengas demagógicas parecen de una izquierda estalinista que desapareció hace mucho, y no está claro si son de nivel universitario o preparatoriano. ¡Caray, qué peligroso… ante tantos problemas que enfrentamos!

Quien la escogió viene a ser el mismo individuo que seleccionó a gente que en el gobierno ha comprobado su infinita incapacidad, por lo que podríamos confirmar aquello de que las mascotas fieles se pueden parecer a su dueño. A veces, oigan, no resulta nada bueno eso de “a su imagen y semejanza”. Y es que quienes tienen ciertas limitaciones pueden considerar “brillantes” a otros que también acreditan serias limitaciones, lo que igual se da de vuelta. Eso no facilita soluciones en tantos renglones que las requieren.

cpgeneral@gmail.com

@cpgarcieral

Botón volver arriba