
Ciudad Valles, S.L.P. – Familiares de pacientes internados en el Hospital General de Ciudad Valles, provenientes de municipios como Tancanhuitz, Tamasopo, El Naranjo y comunidades rurales de la Huasteca, enfrentan una dura realidad: escasez de medicamentos, gastos que los están dejando en la ruina, y la necesidad de arriesgarse a caminar en zonas oscuras y peligrosas para poder acceder a un sanitario por las noches.
«Mi hijo tiene una semana internado por un golpe en la cabeza. Nos han pedido seis inyecciones que cuestan hasta 150 pesos cada una. Venimos de Tancanhuitz y hemos tenido que pedir prestado porque simplemente no tenemos ese dinero», denunció la señora Ernestina, quien permanece día y noche fuera del hospital esperando noticias de su hijo.
La señora Lucía, otra madre de familia que mantiene a su hijo hospitalizado desde el viernes, relató que le solicitaron seis frascos de medicamento, cada uno con un costo de 900 pesos. “Nos han ayudado nuestros familiares, pero esto es desgastante. A veces compramos medicamentos que al final no usan. Y uno, como no es de aquí, tiene que gastar también en taxi para ir al centro a buscarlos en farmacias. Es una desesperación”.
Además de los altos costos y la falta de insumos básicos como ketorolaco inyectado, pomadas, gotas oftálmicas y antibióticos, las familias también enfrentan limitaciones de acceso a servicios tan esenciales como un baño. “Por las noches no nos dejan usar los sanitarios del hospital. Tenemos que caminar hasta dos cuadras para buscar uno y lo hacemos con miedo. Esa zona está muy sola y oscura. Ya nos advirtieron que es peligrosa”, expresó María N., originaria de Tambaca, Tamasopo.
Pese a las adversidades, todas las entrevistadas coincidieron en algo: el trato del personal médico y de enfermería ha sido cálido y humano. «El personal nos tiene mucha paciencia. Hay guardias que incluso se compadecen y nos permiten pasar al baño en la noche, aunque no todos son así», compartió Lucía.
Sin embargo, la atención humana no sustituye la necesidad urgente de abasto médico y condiciones mínimas de seguridad e higiene. “Se supone que el hospital debería tener medicamentos, pero no hay. Si no los compramos, nuestros familiares se nos mueren. Ojalá nos volteen a ver y nos brinden apoyo para que se alivien”, dijo con preocupación la señora María.
Estas historias son el reflejo de una crisis que se viene arrastrando desde hace varios años, la salud pública está en el abandono, obligando a las familias entre elegir salvar a un ser querido o quedarse sin comer.
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