
Desde el amanecer de la humanidad, la luz ha guiado nuestros pasos. Primero como fuego, luego como electricidad y ahora como una herramienta clave en tecnologías modernas, la luz sigue siendo una fuente de fascinación. Pero ¿alguna vez te has preguntado de dónde proviene realmente la luz? Esta nota te lleva al corazón de uno de los misterios más esenciales de la ciencia.
La luz: una forma de energía
La luz es una manifestación de la energía electromagnética. Esto significa que es una onda que se propaga por el espacio, transportando energía sin necesidad de un medio material. A diferencia del sonido, que necesita aire para viajar, la luz puede moverse incluso en el vacío del espacio.
Albert Einstein, al describir el efecto fotoeléctrico, dio un gran paso para comprender la naturaleza dual de la luz: se comporta como una onda y también como una partícula llamada fotón. Estos fotones son los «paquetes» de energía que percibimos como luz.
El origen atómico de la luz
En términos más simples, la luz nace a nivel atómico. Cuando un átomo recibe energía (por calor, electricidad u otro tipo), sus electrones pueden saltar a niveles de energía más altos. Sin embargo, esta situación es inestable. Los electrones tienden a regresar a su estado original, y al hacerlo, liberan la energía sobrante en forma de un fotón. Este proceso es lo que genera la luz visible… y también la que no es visible para nuestros ojos, como los rayos ultravioleta o los infrarrojos.
La luz del universo
La fuente más conocida de luz para nosotros es el Sol. En su núcleo, ocurren reacciones de fusión nuclear donde los átomos de hidrógeno se combinan para formar helio, liberando enormes cantidades de energía en forma de luz y calor. Esa luz viaja unos 150 millones de kilómetros hasta llegar a la Tierra.
Pero el Sol no está solo. Las estrellas, las nebulosas, incluso los agujeros negros —mediante fenómenos extremos como los discos de acreción— también generan luz. Algunas de estas emisiones son tan antiguas que llevan viajando miles de millones de años, dándonos información sobre los primeros momentos del universo.
Luz artificial: una creación humana
La humanidad ha aprendido a generar su propia luz. Desde las antorchas hasta las bombillas LED, hemos imitado los principios atómicos que rigen la emisión luminosa. Las lámparas incandescentes producen luz calentando un filamento hasta que brilla. Los focos fluorescentes excitan gases que emiten radiación ultravioleta, la cual se convierte en luz visible gracias a un recubrimiento especial. Y las luces LED funcionan al hacer que los electrones se muevan entre materiales semiconductores, liberando fotones directamente.
Más allá de lo visible
Aunque nuestros ojos solo perciben una pequeña parte del espectro electromagnético, la luz también incluye rayos X, microondas y ondas de radio. Todo este abanico de «luces invisibles» es esencial en áreas como la medicina, las telecomunicaciones y la astronomía.